Hoy el reloj ha sonado una hora más tarde y el ritual diario de antes de ponernos en ruta sólo es un recuerdo. De todas formas el ritmo adquirido día a día, nos hace levantarnos pronto y cargar la furgoneta con bicis y maletas con la idea de salir sobre las 9:00 a más tardar.
El grupo tiene ganas de llegar a casa, ver a la familia y contar el sinfín de anécdotas vividas en estos días, pero antes tenemos parada obligada en Peñíscola. Durante cuatro jornadas hemos sufrido para llegar a la meta diaria y con esfuerzo el objetivo ha sido alcanzado, el mejor broche para cerrar esta aventura va a ser una paella al pie del Castillo de Peñíscola, viendo el mar en la playa que recorre la avenida Papa Luna. Antes paseamos por las calles serpenteantes que suben al Castillo y que te proporcionan unas vistas espectaculares del mar y de la playa.
Después de saborear la comida y descansar un rato, seguimos viaje hacia Sant Joan Despí. Al principio nadie habla, la música suave de los 80 nos envuelve, el silencio de mis compañeros se debe seguramente a que están recordando los momentos vividos, sobre todo aquellos que tantas risas han despertado en el grupo y que han sellado aún más la amistad entre nosotros. Finalmente los recuerdos pasan a palabras y acabamos haciendo sugerencias para la salida del año que viene.
La llegada a Sant Joan se acerca, no queremos llegar tarde porque hay que devolver la furgoneta, además la despedida tiene que ser en marcha ya que cada uno se queda en su destino particular y así llevar el vehículo en el último momento.
La conquista de Valencia/Valencia conquistada, en buena compañía siempre se está bien en cualquier sitio.
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